Lo único que quiere oír tu cliente.
Te aviso, este email está sacado del libro de Dale Carnegie “Cómo ganar amigos e influir sobre las personas”.
Si eres de los que cree que es un libro de autoayuda y que es mi libro de cabecera mejor no sigas leyendo.
Porque seguramente te vas a sentir identificado y tampoco es mi objetivo que te ofendas.
Una vez avisado, si sigues leyendo es bajo tu propia responsabilidad.
Fíjate.
Dice Dale en su capítulo 4 que hay una manera sencilla de convertirse en un buen conversador, y yo añadiría en un comunicador eficaz, y en un negociador de éxito.
Cuenta dos situaciones en las que dos personas estuvieron hablando con él durante más de 40 minutos sin dejarle meter ni baza.
La primera una señora que durante una partida de bridge estuvo más de 45 minutos narrando todas sus experiencias.
La segunda un experto en botánica que le habló durante horas de plantas exóticas y experimentos en jardines de interior.
Ambos, al finalizar sus conversaciones transmitieron la misma percepción hacia el protagonista.
“Un personaje estimulante y un conversador inteligente”.
Fíjate.
Lo único que había hecho era escuchar atentamente a sus interlocutores, pero con atención real, no fingida, y eso se notaba, por lo cual se sintieron complacidos.
Al finalizar las conversaciones fue caluroso y generoso en elogios.
Y se los cameló.
Hay gente que lo ha dicho muy claro.
“Es muy importante prestar atención exclusiva a la persona que habla. No hay nada más halagador que eso”.
Charles W. Elliot, ex-presidente de Harvard
¿Por qué?
Porque la persona que sólo habla de sí misma sólo piensa en sí misma.
Y que tu cliente tenga esa percepción de ti es lo peor que te puede pasar.
Pero si se da cuenta de que estás pendiente de sus palabras, ahí la cosa cambia.
Porque lo único que quiere oír tu cliente es el sonido de su voz.
Y a ti te interesa que lo único que él oiga sea el sonido de su voz.
De esa manera lo conocerás mejor, y podrás crear una estrategia de negociación a medida.
Adaptarás el discurso de venta de tu servicio o producto a las necesidades, problemas y preocupaciones que te manifieste.
Pruébalo.
Las ventas más sencillas normalmente son en las que menos hablas.
Por eso, interésate genuinamente en tu cliente y en lo que te quiere decir.
Si mientras habla sobre una objeción a tu servicio o producto tu estás pensando en lo que le vas a contestar, en vez de en las emociones y los sentimientos que le genera ese problema te verás incapaz de solventar esa situación.
Y él lo notará.
Interésate realmente por cómo le hace sentir el problema y a partir de ahí explícale los beneficios y el cambio que supondrá para él.
Y vuelve a escucharle.
Si cada vez que completas esa rutina sus objeciones son menores sabrás que lo estás escuchando bien.
Si por lo contrario las objeciones van a más debes escuchar con mayor interés.
Tengo un servicio de nomentoría estratégico en el que hablo poco y escucho mucho.
Normalmente después de cada sesión mis clientes tienen más herramientas para hacer mejor su trabajo.
Se accede por aquí.
La nomentoría estratégica en la que te escuchan sin interrupciones.
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