Si eres de los que se queja del precio de un café en la Piazza San Marcos en Venecia no serás capaz de vender tus servicios de arquitectura.

La clave está en saber transmitir el valor intangible de tu servicio de forma que tu cliente lo valore tanto como el resultado final.

Uno de los principales problemas que tienen mis clientes es trasladar el valor de sus servicios a los honorarios de forma que el cliente final no regatee, ponga objeciones ni pida descuentos.

La única forma de hacerlo elegantemente es que ellos mismos se convenzan de que tú y tu equipo sois su mejor opción.

Y para eso deben ser parte de vuestra historia.

Te lo demuestro en menos de 3 minutos.

Recorrimos las calles y canales de Venecia hasta llegar a la plaza de San Marcos.

Allí, en los bajos de uno de los edificios de las Procuratie Nuove (Nuevas Procuradorías), vi por primera vez la fachada descascarillada por la historia del Caffé Florian.

Justo encima, el cartel de la Piazza di S. Marco parecía querer resistir el paso del tiempo.

Bajo una carpa blanca, una orquesta tocaba clásicos Venecianos con gran placer para los allí presentes.

Un Caffé-Concerto delicioso.

Me fijé en la gente y me percaté de que había dos tipos de personas viviendo el mismo momento del tiempo de dos formas diferentes.

Unos pocos disfrutaban de la música y sus consumiciones en la terraza mientras otros solamente sacaban fotos desde los alrededores.

Unos con los ojos cerrados y los sentidos abiertos.

Otros viviendo a través de una pantalla que nunca recogería todo lo que sentía la piel con cada acorde.

Nuestra idea era tomar un simple café.

Pero la verdad es que pocos sitios hay mejores que Venecia para disfrutar de un Bellini, el histórico cóctel nacido en 1948 de la mano de Giuseppe Cipriani en el Harry’s Bar.

La experiencia debía ser completa.

Así que pedimos dos Bellinis y entramos a ver las 6 salas o salones del Florian, que podrían competir con mas de un museo sin sonrojarse.

Pan de oro y sillones de terciopelo.

Salas en las que se ha hecho historia, como la Sala del Senato, donde nación la Bienal de Venecia.

Frisos y cuadros.

 

No había tiempo suficiente para grabarlo todo en la mente.

Sólo me quedé con ganas de visitarlo en pleno carnaval, donde el ambiente y los trajes de época hubieran hecho de la experiencia un viaje en el tiempo inolvidable.

Tras más de dos horas recorriendo salones y parándonos con cada detalle de las salas decidimos volver al hotel con la sensación de que, seguramente, nos dejábamos algo.

Pagamos la nota con una sonrisa y salimos de nuevo a la plaza, el sol comenzaba a bajar y los tonos de la ciudad iban tornándose rojizos.

Al salir, dos turistas comentaban con un tono de voz que denotaba querer ser el centro de atención, que el precio por dos cafés (sobre unos 40 euros) era abusivo.

Me dieron ganas de darles una lección sobre el valor de lo intangible.

Y sobre valorar el momento.

Ese valor que no se puede justificar ni con el coste del producto, ni con los gastos repercutidos, ni con impuestos ni con la atención al cliente.

Un valor que no se refleja en metros cuadrados ni calidades.

El valor que solo ser percibe a través de las emociones y de las historias como esta que te acabo de contar.

Mira.

El mayor desafío que enfrentan la mayoría de mis clientes es el de transmitir ese valor intangible a sus clientes, sobre todo cuando llega el momento de enviar la propuesta con los honorarios.

Cuando sienten que tienen que justificar su trabajo, su servicio, en un numero, en una moneda.

También les cuesta dedicar el tiempo del trabajo que aman a crear contenidos para redes, textos para el blog de su web o a crear autoridad y posicionar su marca.

Por eso lo hago yo.

Llevo escribiendo textos profesionalmente desde 2013.

Al principio para los que fueron mis jefes en el sector de la construcción, luego en el departamento de márketing de un E-Commerce hasta que en 2019 decidí emprender.

Ser yo el jefe y decidir para quién escribo.

Colaboro con profesionales técnicos con una gran pasión por su trabajo, con capacidades excepcionales y que aportan soluciones a un cliente que rara vez entiende lo que se está haciendo y por qué.

En ese punto es donde entro yo, con mis servicios de copywriting y hago de nexo.

Pongo en valor tu servicio y lo enlazo sutilmente con las emociones del cliente final.

Transmito el valor de lo intangible a las comunicaciones de estudios de arquitectura que quieren que sus clientes comprendan todo el valor que aportan sus servicios.

Sin fricciones.

Sin descuentos.

Sin regateos.

Sin dudas.

Utilizando el copywriting como si fuera esa última capa de pulido que le das al suelo para que cuando tu cliente entre por primera vez en su casa su sonrisa se refleje en el granito.

Reserva una reunión conmigo para ver si podemos trabajar juntos.