Esta es la página de acceso a The KLUB.

Sé que ya lo tienes claro.

Si es así solo tienes que ir al final de esta página y escoger si entras un mes y pruebas o seis y nos enfocamos en un proyecto a largo plazo.

También puedes quedarte y te cuento como surgió la idea de The KLUB.

 

Un KLUB clandestino.

Cuando me dijo que me iba a llevar a un sitio que me cambiaría la vida pensé en cualquier cosa menos aquello.

Estábamos recorriendo las calles de Londres, una fina llovizna mojaba la gabardina y empezaba a notar la humedad en los huesos.

Llevábamos unos minutos andando desde Liverpool Street, sorteando los charcos que comenzaban a crearse al lado de las aceras.

Todo brillaba con ese reflejo plateado que da la lluvia a los objetos.

De repente me dijo:

«Es aquí».

Levanté la mirada por primera vez desde que habíamos salido de la estación de metro y me encontré ante The Breakfast Club una cafetería con cristaleras de madera blanca y un cartel que rezaba «Hoy va a ser un buen día».

«¿Me traes a desayunar a las 19:00 de la tarde? Un poco tarde para comer tarta ¿no?».

Sonrió con esa sonrisa que solo en ella me pone nervioso.

«Nunca es tarde para comer tarta, ni para cumplir un sueño».

«Vaya, ahora sí que no entiendo nada».

La seguí y accedimos a aquella cafetería con pinta de club hipster.

Al entrar se dirigió a uno de los camareros y le dijo algo al oído.

Él me miró de arriba abajo y nos hizo una señal.

«¿Que le has dicho?»- la curiosidad me tenía totalmente atrapado.

«Oh, nada, solo he preguntado por «The Major of Scaredy Cat Town». 

El alcalde de la ciudad de los gatos asustadizos.

Fue justo en ese momento cuando el camarero se detuvo frente a una nevera antigua.

«U’re Wellcome» – nos dijo y abrió la puerta.

Mis ojos no podían creer lo que veían.

Ante mí al más puro estilo «Ley Seca» se abría un pasadizo que me llevo al sótano de la cafetería.

Accedimos a un espacio abierto con las paredes de ladrillos con más historias que contar que años y las tuberías del edificio a la vista como si de las arterias del edificio se tratara.

En cuanto lo ví lo supe.

«Es esto».

«A qué te refieres».

«Esto es lo que quiero ofrecer a quienes decidan apostar por la membresía».

«¿Un lugar donde desayunar en un sótano a las 19:00 de la tarde?».

«Más o menos. Quiero crear un KLUB, algo a lo que no pueda acceder todo el mundo, que ofrezca entretenimiento y alimente no solo para el coco, sino también para el alma, para que quien consiga entrar no se quiera ir nunca.  Esa idea debe ser el alma de la que se alimente todo. 

Quiero un lugar donde se sientan a salvo de miradas, no juzgados, pero bajo un mismo techo».

“Si alguien puede hacerlo, ese eres tú”.

Esa confianza nunca ha sido incondicional, cuando me la ha dado ha sido porque sabía que iba a lograrlo y que estaría a mi lado para apoyarme.

Pedimos dos pintas y, en una moleskine que siempre me acompaña en los viajes empezamos a dibujar The KLUB.

The KLUB

Soy samu kortajarena y llevo creando contenido diariamente en múltiples proyectos desde el siglo pasado.

The KLUB no es mi proyecto.

Es el tuyo.

En los años que pasé en la cocina creando nuevos platos hubo siempre dos ingredientes que debían estar presentes en todos los platos, la sal y la pimienta, la sal como potenciador del sabor y la pimienta como ese punto diferente que llama la atención y que despierta el apetito.

The KLUB mantiene esa misma coherencia.

Es una suscripción a un sistema de potenciación de tu negocio basado en dos ingredientes básicos.

Ventas.

Creación de contenido.

Si sientes que tu proyecto está limitado en alguno de estos dos pilares imprescindibles y podrías estar creciendo mucho más, pasa, sírvete una pinta y regístrate en la newsletter.

Dentro de The KLUB vas a tener un mimo y un cuidado que te va a hacer olvidar que estas en una membresía.

Porque aquí no tenemos miembros.

Tenemos socios.

Esto es The KLUB.

Y vamos a potenciar el sabor de tu marca para que todo el mundo quiera hincarte el diente.

Acceder a The KLUB ahora mismo.

Registrar nueva cuenta

Elige tu nivel de membresía